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Llamada así porque... espera, no te lo voy a decir, se sabrá en el final, quizás. Es una historia algo extraña mezclada con sueños que a lo largo del tiempo van cogiendo su significado. La protagonista es Helen Miller una bibliotecaria a medias que quiere publicar un libro. El libro trata de sus sueños, que a lo largo de su vida, cobran sentido. Con la ayuda de Derek rea... anda lee la historia, hazme un favor ^^

miércoles, 18 de enero de 2012

Capítulo 14 - Cagadas

No había sitio cerca del parque, por eso aparqué algo lejos y tuve que caminar un ratito.
Había bastante gente, era domingo y las familias aprovechaban para dar un paseo, los abuelos seguían su rutina en los bares y los niños pequeños disfrutaban de su tarde sin clase.


Prácticamente como ayer.


Allí estaba, sentado en el banco leyendo el periódico. Cuando me vio dobló el periódico y se lo puso debajo del brazo. Se levantó y se acercó a mí, con un paso algo rápido y nervioso.


-Buenos días. – Le saludé a unos pasos de él.


Llegó enfrente de mí y sonrió lleno de felicidad.


-Llegas pronto. – Y volvió a sonreír.


¿Pronto? Suponía que lo decía con ironía.


-Ais, lo siento, me encontrado a un conocido por el camino y al llegar no encontraba sitio para aparcar.
-¿Estás de broma? Te digo que llegas pronto. Son las once y diez casi.
-Oh, vaya... ¿y qué haces aquí?


Dejó de mirarme y desvió la vista a otro punto, pensativo. No debí haber preguntado.


-Bueno, por si llegabas pronto, para que no esperaras sola.


Volvió a mirarme y se puso las manos en el bolsillo.


Se me abrió el corazón, oh, que buen chico... de un amor triste a rabia y de rabia a ternura.


-Oh.. – No supe que decir, quizás me comí demasiado el coco con esa frase, con esa respuesta.
-¿Vamos? Carol aun no ha llegado, mejor vayamos ahora o no me encontrará en casa.
-¿Con tu coche?
-Sí, ¿te da miedo volver a subir?
-No, no.


Se giró y dio varios pasos hacia una dirección, mirándome como si dijera “sígueme”. Me acoplé a su lado y nos dirigimos al coche.


-Por cierto, ¿qué es esa bolsa?
-Es... algo.
-¿Tanto material te has traído? Solo era necesario traerte los escritos, ya te dije que en mi casa hay de todo para poder escribir tranquilamente.
-No es material, bueno sí es material, pero no para escribir. Ya lo verás, impaciente.
-Trae.


Me quitó la bolsa de las manos.


-¡Eh! ¡Dámela! ¡Es una sorpresa!


Se rió ante mi reacción y no me la devolvió.


-No seas tonta, quiero llevártela. No voy a ver que hay dentro, lo prometo.


Cagada, de nuevo.


No rechisté. Si tantas ganas tenía de llevarme la bolsa, mejor, mejor para mí.
Tras un largo silencio pensativo para mí, indefinido para él, llegamos a su coche.


Abrió el maletero y puso la bolsa dentro.


-Vamos, entra.


Entré y me senté a su lado sin decir nada. Me abroché el cinturón y le miré. Él hizo lo mismo.


-Jaajaja... te tengo.
-¿Mmm?
 

Encendió el motor y arrancó colocándose en la carretera.
 

Sentí miedo. No supe que decir. Su risa sonó juguetona.
 

-Ahora que te tengo aquí atrapada, vas a contarme que pasó ayer por la tarde.
 

Era cierto. Estaba sentada a su lado, en su coche, no podía levantarme e irme de repente. No podía huir.
 

-Maldito seas... Bueno, te lo debo.
 

 Volvió a explotar su risa mientras conducía.
 

-Jajajaja... ¡ahora no mujer! No voy a presionarte tanto, es personal. Además, estoy conduciendo, quiero atenderte mejor.
 

Cagada de nuevo.
 

Volví a mi cabreo, a mi rabia. Era una niñita caprichosa y cualquier pequeña broma me molestaba.
 

Miré por la ventana. Decidí no enfadarme, solo era una pequeña broma, una simple broma.
 

El coche se llenó de aire puro, aire con sabor a silencio.
 

-Ya hemos llegado, esta es mi casa.