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Llamada así porque... espera, no te lo voy a decir, se sabrá en el final, quizás. Es una historia algo extraña mezclada con sueños que a lo largo del tiempo van cogiendo su significado. La protagonista es Helen Miller una bibliotecaria a medias que quiere publicar un libro. El libro trata de sus sueños, que a lo largo de su vida, cobran sentido. Con la ayuda de Derek rea... anda lee la historia, hazme un favor ^^

sábado, 26 de noviembre de 2011

Capítulo 11 - Necesidad de reuniones

Tras pasar los mismos semáforos de siempre, aunque no con el mismo tráfico de antes, llegué a casa.

Por mi cabeza tan solo rondaba Alan y, a ratos, Derek, su sobrina, su hermana y el día de mañana.

“¿Habrá Alan visto a Derek?” Era la mayor pregunta que tenía en mente. “Si es así, ¿pensará que estuve siéndole infiel?”, “quizás nos haya visto desde su portal, o desde la ventana”, “¿acaso se habrá quedado en el estanque reflexionando?” Solo me preocupaba más de lo necesario, seguramente, se habría quedado en el estanque compartiendo su soledad con la naturaleza. Yo habría hecho lo mismo al oír el nombre de otra chica, él no era muy celoso, sí un poco, pero yo me habría imaginado e inventado en mi mente toda clase de posibles situaciones con ese nombre desconocido.

Después de aparcar el coche, subí las escaleras del edificio hasta llegar a mi puerta. Folletos de publicidad sobresalían de mi buzón, pero decidí ignorarlo, no me apetecía acercarme y perder tiempo.

Mi estomago rugía. La verdad, no había comido casi, bueno, más bien no había comido absolutamente nada.

Me preparé una ensalada, una de esas sencillas: lechuga, tomate, un poco de atún, aceite y sal. No me gustaba acompañarlo todo con vinagre. También llené un vaso de agua y corté un poco de pan.

Sox dormía en su cesta, una cesta puesta en un sillón únicamente suyo y para él. Se pasaba el día durmiendo, aunque a veces, salía por las noches con los demás gatos. Solo dormía allí cuando hacía frío, es decir, parte del otoño y todo el invierno. Los veranos y restantes no dormía por las noches, cuando lo hacía, era de día y en algún lugar fresco.

Tanto pensar al ver mi gato dormir, me entró sueño a mí también. Recogí los platos al acabar y  me fui directamente a la cama.

- Quizás debería…

Cogí el teléfono y me tiré a la cama, dejándome caer, dejando caer el peso de mi cuerpo que se había vuelto más pesado ese día.

Marqué su número y como esperaba, contestó.

- ¿Sí?
- Ponpon wingwingwing ponponwiponpinponpon…
- Helen… tú y tus frikadas.
- Holas

La verdad es que me encantaba comportarme como una cría a veces, hacer tonterías era divertido y a ratos sano.

- ¿Qué ocurre?
- Hoy he hablado con Alan.
- Que novedad… aunque no me lo resulta si me lo dices así, tan pancha. ¿Ha pasado algo?
- Le he dejado, me he cansado. Es una ricura y siempre lo ha sido. Me trata como una princesa, nunca me deja sola, no va con sus amigos solo por estar conmigo,… eso me encantaba y de hecho me encanta. Pero…

Se lo solté todo de golpe, no dejé que hablara apenas, tan solo hacía pequeñas pausas para que fuera asintiendo y comprobar que estaba escuchando, o al menos, no había colgado.

- Se me hace muy raro, estabas tan coladita… además, ¿Cuánto tiempo llevabais juntos? Un año y medio, es una lástima…
- A mí también me ha dolido mucho, de todas formas he acabado decidiendo el final. Lo peor es que un día de estos tengo que volver a verle…
- ¿Por qué? Eso sí que es una gran ptada
- Tiene algunas cosas mías, también tiene la llave de mi piso y todo eso, creo que cambiaré la cerradura.
- ¿Tanta exageración?
- Quiero olvidarle y para ello… necesito que me hagas un favor.
- Eso me pinta mal.

Se me escapó una pequeña risita al oír eso. Solíamos hablar con mucha broma y de forma divertida, sin temores.

- Necesito que llames a Miliem y a Carena, sería genial hacer una reunión.
- Helen, en serio, ¿estás bien? Siempre sales traumatizada de esas fiestas, ¡venga ya! ¿y ahora tú pides una? No, tú no estás bien.
- Jajaja, estoy segura de que a Carena le encantará la idea y sé que tú también quieres, además, ¿no es pronto el cumple de Miliem?

Olivia empezó a hablar, no sé de qué, supongo que explicó algunas ideas que tenía en mente sobre la fiesta, o tontadas y locuras que hacíamos.

Lo único que recuerdo es que me quedé dormida en ese mismo instante, los ojos se me cerraron sin ninguna orden.

miércoles, 9 de noviembre de 2011

Capítulo 10 - De conocidos hacia amigos

Llegué al final del camino, más bien al principio, donde conectaba con la carretera principal. Una piedra grande, mejor roca, parecía estar allí pidiendo que me sentara. No lo hice… tenía miedo de que algún conductor me confundiera con una pilingui, así que me senté en el suelo, detrás de un arbusto.


Alan seguramente me siguió al empezar a andar, ya que oí sus pasos, pero lo más probable es que se detuviera en seco al oír “Derek” ¿pensaría que estaba con otro chico? Quizás, pero de todas formas no sería cierto.


Mis pensamientos se apoderaban de mi mientras contemplaba el paisaje. El sol se despedía de la gente como todos los días, sentía frío, pero eso no importaba.


Como de costumbre, alguien aparecía y me cortaba las alas del cielo hasta que acababa bajando al mundo.


-¿Eo?
-¡¡Aaaaahhh!!


Me giré rápidamente y le miré con cara de susto, acto seguido, solté un suspiro.


-¡Maldito seas! Menudo susto me has dado.
-¿Susto? Te he dicho hola y no me has contestado, además, ¡a caso no podías oír el motor del coche?
-Lo siento, estaba en mi mundo…
-… de fantasía y sueños, ¿eh?


Se rió al ver mis pintas de cansada.


-¡Deja de burlarte de mi!
-Vale, vale… ya paro. Venga, sube.


Me tendió la mano para ayudarme a levantarme del suelo, dudé unos segundos, pero acepté la ayuda de todas formas.


Sacudí los granitos de tierra que se habían quedado en mi ropa al sentarme en el suelo. Tampoco me gustaba la idea de ir con el coche de Derek. Parecía muy sofisticado e iba a ensuciarlo de tierra.


Abrí la puerta del copiloto, entré y le di un portazo al cerrarla. Se dio cuenta de mi rabia al cerrarla, pero comprendió la situación y guardó sus bromas y quejas.


-Ponte el cinturón, pueden multarme por tu culpa.
-Voy…
-Bueno, no vas a salir fácilmente de esto, vas a contarme que pasa ¿vale? No pido que sea ahora.
-Ya me lo temía, pero al menos me has venido a buscar.
-¿Con quién estabas?
-Con mi novio. Quiero decir, exnovio… ya te contaré mañana lo que ha ocurrido, porque… sigue en pié quedar mañana ¿no?
-Claro que sí, solo hay un pequeño problema.
-¿Cuál? ¿Qué ha pasado? – me di cuenta de que lo dije algo sobresaltada.
-Tranquila, no es nada malo, al contrario, bueno… tengo una hermana mayor, se llama Carolina.
-¿Y cuál es el problema? No pasa nada si está por casa.
-No, ella no estará, pero si su hija. Le prometí cuidar de ella mañana y no me acordaba. ¿Quieres que lo dejemos para otro día o quieres venir de todas formas?
-¡Oh! ¿Eres tío? La verdad es que a penas te conozco y ni te imagino cuidando a un crio. – Solé una risita y él se rió conmigo, después, me di cuenta que no había respondido la pregunta. – Bueno, no lo sé, si te soy molestia mejor no. Me refiero a que si tienes que estar pendiente de ella y no puedes hacer las dos cosas a la vez, no pasa nada en serio.
-¿Cómo? No, no, no… no eres ninguna molestia, en absoluto. Además ella tiene seis años y es muy tranquila, salvo cuando tiene hambre claro. Le gustan mucho las muñecas, te ganarías su confianza si le sacaras ese tema.
-Jajaja.
-¿Qué hace tanta gracia?


No podía creer tal y como estábamos hablando. Parecía que nos conociésemos de toda la vida y la verdad, eso me gustaba. Él mostraba la confianza hacia mí, lo que no me convencía, era si lo hacía por el trabajo o simplemente por gusto.


-Pues, nada. Ya me encargaré de caerle bien jaja.
-Mmmm, ¿giro a la izquierda?


El tiempo pasaba volando, tanto, que ni me había dado cuenta de que estábamos ya en la ciudad. Tampoco me acordaba de que estábamos en el coche, no daba importancia a nada, tan solo a la conversación.


-No, a la derecha. Oye, no me lleves a casa.
-¿Por qué? No me importa llevarte hasta la puerta y si es necesario te acompaño hasta la puerta.


Eso sonó de una forma muy atrevida, pero según el punto de vista, se veía de una forma educada.


-He aparcado el coche en otro sitio, está algo lejos de mi casa. Es por la derecha.
-Como quieras, pero tendrás que recompensármelo.
-¿Recompensártelo? Mañana traeré una bolsa llena de muñecas para tu sobrina.
-Era broma mujer, no es necesario. De veras, guárdalas.
-Solo hacen bulto esas muñecas y la verdad es que no son muy viejas, seguro que le gustaran. Por cierto, ¿Cómo se llama?
-Mi sobrina se llama Elaine y mi hermana Carolina, aunque yo le llamo Carol.
-¿Elaine? Me encanta ese nombre, es muy bonito. Carol suena más moderno.
-Emm, Helen, ¿cuál es tu coche?
-Ah, sí, es ese de ahí, el de color blanco.


Aparcó unos coches más adelante, él bajó antes que yo.


-Espera, no bajes. Pasa a mi asiento y baja por mi lado. En tu lado pasan coches y es peligroso.


Después de haberme dicho eso, pasé a su asiento y acto seguido salí por su puerta. No se despidió de mí aun, si no que me acompañó hasta la puerta de mi coche.


-Nos vemos mañana, era a las doce, ¿no?
-Sí y en el parque, intentaré ser puntual.
-No lo intentarás, serás puntual.
-Haré lo posible. Bueno, adiós, hasta mañana. Gracias por todo, te debo una buena explicación.
-No hay prisa. Venga, que se está haciendo de noche. Te espero mañana en el banco del parque.


Saqué las llaves de mi bolso y abrí el coche. Me metí dentro y Derek, aun plantado afuera, se despidió de mi con la mano. Yo hice lo mismo y puse el coche en marcha hasta desaparecer.

sábado, 5 de noviembre de 2011

Agradecimientos

Quiero dar las gracias a Kris, por premiarme un su blog xD. Aquí teneis el link:

Da mucha información sobre juegos y toda clase de sagas divertidas, entre ellas, Ace Attorney, Zelda, 999, etc.

Espero que os guste! Solo deciros que estoy construyendo ya el próximo capítulo, ¿un adelanto? vale venga xD, en el próximo cap, se sabrán más verdades sobre Helen y Derek, compartiran cosas pasando del nivel conocidos a amigos. Si puedo... quizás añada algun sueño ^^ .

Nos vemos!

miércoles, 2 de noviembre de 2011

Capítulo 9 - Sin agua



No quería soltarle para nada en el mundo, pero lo hizo él. Me levantó con cuidado hasta quedarnos de pié abrazados.

-Venga cariño…
-Mmmm… - Le abracé más fuerte, no sé si se esperaba mi adiós o no, pero quería aprovechar ese abrazo. Al fin, le solté.

Salimos de casa cogiéndonos de la mano. Desde dentro del portal vio mi coche aparcado en frente pero no le hizo ni mínimo caso.

Subí a su coche, la verdad, es que no me gustaba la idea de ir con el suyo. El trayecto de vuelta sería muy incomodo y en un caso así, no surgen las palabras, no sabes de qué hablar, solo te dan ganas de llorar pero aguantas hasta que llegue el momento de decir adiós.

Me senté a su lado, delante, y acto seguido me abroché el cinturón. Él solía tener facilidad para conducir, de hecho le gustaban las carreras de coches, cosa que yo nunca encontré el agrado. Tenía muchas cualidades con los coches y con las matemáticas pero con las letras era un desastre, así que normalmente ponía yo la música en el coche le gustara o no.

-¿No vas a poner ningún CD?

Me quedé pensativa… ¿qué música podía poner? Solo me daban ganas de escuchar música triste o simplemente no escuchar nada. Tenía que ser cuidadosa a la hora de elegir, ya que la letra de la música podía afectarle fácilmente. 

No contesté. Miré por la ventana. Ya habíamos salido de la ciudad central, pasado todos los pesados semáforos y el agotador tráfico. Él se concentraba mirando en la carretera, pero a veces, intentaba mirarme como si quisiera insinuar que hablase para romper el silencio.

A nuestro alrededor ya solo se veía carretera y naturaleza. Giró hacia la derecha y se adentró en un camino terroso

-Hemos llegado doña silencio.

Solté una pequeña mueca, no era forzada, al contrario, intentaba que su sonrisa no se contagiaría. No quería parecer feliz.

Abrí la puerta. Llevábamos un buen tiempo sin estar en ese trozo de tranquilidad, era un simple estanque de agua hecho de forma natural. Ese día estaba medio lleno, medio vacío. Tan solo se llenaba cuando llovía, pero ni siquiera así se llenaba.

-       -Siéntate. – Me llevó de la mano hasta al lado del estanque, sin importarle que el suelo fuese tierra, nos sentamos. – Vaya, esto ha cambiado…

Solté una risita amarga y dije lo que pensaba.

-       -Como nuestra relación, ¿no?

Se paralizó. Se quedó mirándome quieto, inmóvil, como si su rostro fuera de cristal y se rompiera a pedazos. No se había dado cuenta de lo que pretendía hacer, que era justamente lo que hacía unos minutos dudaba.

-       -¿C-cambiado para bien, o para mal?

Oh no, cielos. Él era muy débil, se le podía notar las ganas de llorar fácilmente, aunque nunca lo hacía. Solía guardarse las lágrimas para si mismo.

-       -Creía que te habías dado cuenta… dime, ¿a qué aspecto ha cambiado el estanque?

Dejó de mirarme a los ojos, mirando hacia el suelo mientras apretaba los puños ¡Que mal hacía sentirme! Sentía un profundo dolor en el pecho solo por haberle decido eso, solo por haber visto su triste cara,… no iba a echarme atrás por eso, debía ser fuerte.

Como él no contestaba abrí la boca para decir algo, pero al mismo tiempo que lo hice, contestó. Cerré la boca mientras hablaba.

-       -Ayer llovió, pero aun así, sigue estando muy seco, antes había más agua.

Sé que no lo dijo por nuestra relación, tan solo dijo lo que veía en ese paisaje sin relacionarlo con nosotros. No me gustaba eso, no me gustaba que no tuviera un poco de lógica con la literatura.

-       -Pues así está nuestra relación, Alan. ¿Sabes? Sigo pensando en ti siempre, te lo juro. – Alegró la cara, como si tuviera esperanzas. - Últimamente las cosas han cambiado, tú trabajas como profesor y…

-       -Bueno, no soy bien un profeso…
-       -Pero casi. – Después de unos segundos de silencio, continué. – como decía, nos vemos poco y no, no es por la falta de tiempo. Antes nos queríamos más, no sé, me refiero a que todo era tan bonito… el estanque estaba lleno de agua y en su alrededor florecían las amapolas.
-       -¿Te guías por un simple estanque de agua? Antes hacía otro clima.
-       -¡No me entiendes! ¡Odio que no quieras entenderme! Búscale el sentido literario a eso, es un ejemplo, ¿no te das cuenta? ¡Es solo un ejemplo!
-       -Perdona, no se me da bi…
-       -¿Qué importa? ¡Odio que yo tenga que ser la más madura!

Mi rabia aumentaba, también es cierto que no podía controlarla pero lo que no podía aguantar…
-       -¿La más madura? No me hagas reír.

… era su descontrol del orgullo.

-       -¿No te das cuenta? Ya vuelves al juego “a ver quien la dice más grande”, ya vuelves a tu orgullo, ya vuelves a hablar como un crio.

Dijo una palabra, de la cual no supe distinguir porque le dejé sin acabar al interrumpirle.

-       -No, déjame hablar por favor. – Permaneció en silencio. – hay que acabar esto. Tienes un buen trabajo de profesor de matemáticas y yo me gano la vida en la biblioteca, no deseo irme a vivir a España contigo, no me gustan las tradiciones de allí, prefiero las de aquí, además. ¿de qué trabajaría? Ya tengo un buen trabajo. Has estado todo este tiempo planeando sin pensar en mi, ¿y si quiero seguir mi vida en Liverpool? , ¿y si no quiero casarme ni tener hijos aún? ,… ¿dónde está mi opinión?

Le dejé sin palabras.

-       -Me alegro de que te des cuenta ahora, pero ya es demasiado tarde.

L e di un beso en la mejilla, uno de esos rutinarios que solo servían para eso, para la rutina. Me levanté, no quise decirle nada más y entonces me dirigí al coche.

-       -Espera, aclárame una cosa.

Me giré, ¿de veras había comprendido lo que le había dicho? Costaba creerlo.

-       -Dime… ¿quieres que busque soluciones o que no lo haga?

La pregunta quedó clara: ¿quieres que lo arregle o que lo dejemos? La verdad, aunque ya tenía en mente la respuesta, no fui capaz de contestarle.

-       -No lo sé.

Me metí en el coche un momento, no para subir, si no para coger el bolso. Saqué el móvil y empecé a buscar en mi lista de contactos.

-       -Adiós Alan.

Comencé a andar por el sitio que habíamos venido, pero esta vez a pie. Se levantó rápidamente al ver mi acción.

-       -¿Te has vuelto loca? ¡Deja que te lleve! ¡La ciudad queda lejos, lo sabes!

Le ignoré sin girarme mientras andaba. Entonces, apreté el botón “llamar”

-       -¿Derek?