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Llamada así porque... espera, no te lo voy a decir, se sabrá en el final, quizás. Es una historia algo extraña mezclada con sueños que a lo largo del tiempo van cogiendo su significado. La protagonista es Helen Miller una bibliotecaria a medias que quiere publicar un libro. El libro trata de sus sueños, que a lo largo de su vida, cobran sentido. Con la ayuda de Derek rea... anda lee la historia, hazme un favor ^^

miércoles, 14 de marzo de 2012

Capítulo 16 - Miradas asesinas y sonrisas



Di el último sorbo de mi Cappuccino mientras Derek se levantaba del sofá. Lo dejé de nuevo en la mesa de cristal y me levanté para seguirle. Al estudio se llegaba a través de una puerta que había en esa misma sala. Abrió la puerta dejándome paso.

-Las damas primero, ¿no?

Le sonreí con una sonrisa real, esas que rara vez salían últimamente.

¡Menudo estudio! La pared del estudio era de color verde claro con manchitas de color verde oscuro. No sabría muy bien cómo explicarlo, lo que sí sabía era que no podía pintarse con facilidad y que con tan solo verlo una vez, ya se notaba que era un tacto rugoso. Tenía unas ventanas muy grandes, dejando entrar el sol a toda costa. El suelo era de nuevo parqué, muy limpio. Me gustaba el parqué, porque sentía mis propios pasos.

-Guau… es un sitio perfecto para inspirarse, me encanta y hay mucho espacio.

En una esquina de la sala, en la mesa que estaba contra la pared, había un ordenador que parecía de alta tecnología entre otros chismes. Contra las paredes había estanterías y, dónde había una ventana, las estanterías eran más bajitas, como una cómoda. En otra esquina, esta vez en frente de la puerta, al lado de una estantería había una butaca vieja con una lámpara de pie a su lado que supuestamente, era para relajarse, así adentrándote en las páginas de un libro.

-Debería hacer una buena limpieza, no hay sitio para colocar más libros en los estantes, pero en el escritorio y en esa mesa de ahí tienes sitio para escribir, también puedes usar el ordenador.

Señaló con la mano una mesa cercana al escritorio y acto seguido en el mismo escritorio refiriéndose al ordenador.

Di varios pasos colocándome en el medio del estudio para dejarle pasar.

-Oh, espera, siéntate. Ahora vengo.

Travesó la puerta dejándome sola en la sala. Como no sabía que hacer excepto mirar, le hice caso y me senté. Oí  ruido y tras unos segundos llegó con una silla para sentarse.

Me puse nerviosa al verlo.

-Podías haberte sentado aquí, no era necesario…

-¡Sht! Eres una invitada.

Callé avergonzada y busqué un tema para hablar, solo veía libros, así que le pregunté sobre eso.

-¿De qué son estos libros? Algunos se parecen.

Había grupos de libros parecidos que seguramente serían colecciones.

-Son pura historia, de mi padre. Era profesor de historia, ahora ya jubilado.

-¿Por qué los tienes tú?

-Se empeñó en que los guardara yo, dice que tengo más cura que Carol y que si algún día muere, que me los quede. Son todo su tesoro. Además, ahora viaja mucho con mi madre, quiere ver mundo ahora que tiene tiempo libre.

-Vaya, hoy voy a saber de todo sobre tu familia. Una cosa… ¿y Gea? No la has mencionado, ¿ella no puede guardar los libros?

Se rió y me contestó sonriendo.

-Gea es una irresponsable, creo que no ha salido de la adolescencia aun.

Y volvió a reírse. Puso la silla a mi lado, que durante este minuto había estado sosteniendo con las manos y se sentó, después, encendió el ordenador. Mientras se encendía, hablamos un poco.

-Así que te gusta el estudio…

-Sí, me encanta, es tranquilo y se respira aire puro.

-Puedes venir otro día si quieres, estás invitada.

Derek se estaba comportando de una forma rara con lo poco que le conocía, se estaba mostrando muy formal y confiado hacia mí y la verdad, eso me gustaba, pero era un aire distinto al de ayer, quizás porque era una desconocida y pasé a ser conocida.

-No quiero molestar, es tú estudio, ¿acaso no trabajas aquí?

-A penas, trabajar trabajo en la oficina.

Sonó el timbre de repente, ese típico “ding dong”. Me quedé dos segundos extrañada y después reaccioné. Elaine. Se me había olvidado por completo que aún tenía que llegar. El pánico entró en mi cuerpo, tenía miedo de conocerla y que algo saliera mal, ¿y Carol? Aún más, era una adulta y además la hermana de Derek.

Derek se levantó y se acercó a la ventana que daba a la entrada de la casa.

-Ahora vengo, voy a abrirlas.

Salió del despacho y se fue a recibirlas. Me quedé en la silla sin saber qué hacer ni cómo actuar, suerte que de cierta forma, me había ordenado que me quedara quieta. Oí sus voces, la de Carol se parecía a la de Derek, de hecho, creo que era la misma pero en mujer y la de Elaine se oía dulce y feliz.

-¡Tío!

-¡Hola bichito! - Elaine se rió con Derek, se oía cómo la cogía en brazos y la volvía a dejar en el suelo. – Tenemos una invitada.

Carol, a pesar de no poder verla, pareció quedarse muda.

-¿Ha vuelto Mara? – Preguntó Carol.

-No, mejor que te la presente.

-¿Susan?

-¡No! Ven.

Derek pareció negarse rotundamente a su última pregunta, como si fuera una barbaridad. Oí varios pasos que se acercaban, entre ellos, unos tacones.

Me puse rápidamente de pie. Carol se quedó mirándome, yo hice lo mismo. Tenía el cabello corto por los hombros, liso y suelto, oscuro como el de Derek y aunque sus voces eran muy parecidas, su rostro se diferenciaba un poco. Sus ojos también eran castaños oscuro y conjuntaban con uno de tantos tontos de rojo. Lucía un vestido blanco y negro, corto y moderno. Llevaba unos tacones negros a conjunto algo altos. Respecto a los complementos, tan solo llevaba un reloj negro.

Me repasaba con la mirada, al igual que su hija Elaine, agarrada de la mano de Derek.

-Ella es Helen, siento no avisarte Carol. Mi trabajo consiste en ayudarla a introducirse en el mundo de la escritura.

-Soy Carol, su hermana, un placer.



Ni se movió, tan solo sus labios soltando esas palabras frías y aun mirándome con desprecio.

-Helen Miller, un placer, Derek me dijo que vendríais. – Y miré a Elaine sonriéndole. Ella me sonrió también.

Se parecía a Carol pero tampoco no mucho. Tenía sus ojos castaños, esta vez más claros y el cabello castaño también, cortito por debajo de las orejas. Le faltaban algunos dientes, algo normal a su edad. Llevaba puesto un vestido blanco con dibujitos de colores. No había señales de lacitos, ni de diademas, ni siquiera de plastidecores. Sus zapatos eran unas ballerinas azules, al estilo mí chaqueta.

-¿Es la novia de Derek? –Dijo de repente Elaine.

Derek y yo nos quedamos callados, mirándonos. Carol reaccionó con total naturalidad.

-No, al menos eso espero cariño.

Elaine siguió mirándome con su risita feliz, no se daba cuenta de lo que acababa de hacerme.

No me salían temas para conversar y mi única opción era mirar a Derek suplicándole con la mirada que dijera algo. Pero él estaba intimidado y tampoco sabía cómo reaccionar.

Ésta vez no hablamos ninguno de los dos.

-Elaine, cielo, pórtate bien, ¿vale? Vendré por la tarde. - Se agachó y le dio un beso en la mejilla, volvió a levantarse dirigiéndose a Derek. - Para comer pasta, ¿no? Y no me refiero a pizza.

-Sí, macarrones de colores con atún. –Contestó Derek aun perplejo.

-Perfecto, nos vemos luego. - Dio un paso hacia la puerta del despacho y se giró hacia mí, lanzándome una mirada asesina. - Adiós Helen.

Me estremecí, no dijo “hasta luego” o “nos vemos”… sonó como un “hasta nunca”. Derek me miró con ojos tristes, pidiendo perdón. Acto seguido acompañó a Carol hasta la puerta. Oí murmullos, discutían de algo.

Elaine y yo nos quedamos a solas. Me miraba y dudaba con ir con su madre, pero ella era consciente de que era una conversación adulta.